Sunday, July 10, 2011

FACUNDO CABRAL: "SOY UN AGITADOR ESPIRITUAL"

Entrevista por Jorge Juliani 5/31/2011


Cantautor, trovador, juglar, libre pensador, anarquista trotamundos, hombre de fuerte espiritualidad, todas estas definiciones le caben a Facundo Cabral quien esta noche ofrecerá un recital en el Teatro Met
Con 74 años en sus espaldas, una trayectoria que le ha llevado a recorrer con sus mensajes los cinco continentes y demostrando una contagiosa paz interior, Cabral visitó LA REPUBLICA explicando que el concierto que ofrecerá esta noche es un "testimonio de vida". En una extensa charla este polémico artista expresó que lo suyo es muy antiguo, "hay influencias que tienen tres mil años, Homero, el rapsoda, el contar historias por los pueblos, los Salmos bíblicos. Recuerdo que la Madre Teresa dijo que yo no era un cantor, que era un testigo, que lo que yo hago es un testimonio de lo que puede hacer Dios con tu vida si te dejas llevar por él.
Una vez le preguntaron ¿Y cómo sé yo lo que Dios quiere para mí?, a lo que ella contestó 'Dios es amor por lo tanto cuando estás haciendo lo que amas, es lo que Dios quiere para tu vida'. Y yo lo que más amaba -prosiguió- era cantar, por lo tanto eso es lo que Dios quiere para mí. Un oficio que me lleva por el mundo casi sin darme cuenta, por los cinco continentes y en diferentes situaciones. Lo mío es un testimonio de vida. Uno es un agitador espiritual. Lo que yo hago es agitar"- subrayó recordando que su madre le decía 'incendia la sala para que se vayan llenos de calor'. "Por eso cuando salgo al escenario lo que intento es contagiarle a la gente el amor por la vida, empujarla a que se anime a vivir, porque si tienes miedo la vida no existe. El miedo es la antítesis del amor. El amor es valentía"- afirmó con énfasis.




Luego, rememorando sus comienzos, recordó que hubo un tiempo "en que salí a buscar al culpable afuera. No tenía la más remota idea de lo que decía San Agustín. Agustín decía que ni a la verdad ni al culpable se lo busca afuera. Buscaba razones intelectuales y de pronto me di cuenta que la única tarea que tiene un ser humano que tuvo la suerte de nacer, es llegar a ser un individuo pleno, porque cuando uno no molesta a la sociedad, ya es uno menos para joder. Yo soy uno menos para molestar, de mi no tenés que cuidarte, no voy a envenenar con la droga a tu hijo, no voy a matar a tu abuelita, no voy a prenderle fuego a tu casa porque esté drogado. Eso es fundamental. Si estás bien con vos mismo, entonces, sin darte cuenta sos útil a la sociedad porque algo de eso se escapa y podes contagiar a otros. Por eso decimos que la Madre Teresa entraba a un mundo de silencio pacífico. Vamos al templo a buscar ese silencio, sin embargo, si nos escucháramos, ese silencio lo podemos tener adentro nuestro las veinticuatro horas del día.




La miseria me enojó, el mundo me calmó. La vida en estos 74 años me enriqueció, soy un tipo más libre, soy un tipo más feliz. La felicidad no depende de que Boca le gane a River. La felicidad es una decisión en sí misma, porque uno decide ser feliz en las circunstancias que fuere".
Respecto a su definición como anarquista Cabral aclaró que es "serenamente anarquista. Anarquía no es caos, sino que es ser responsable de uno mismo. Todos sabemos lo que está bien y lo que está mal. Cualquiera sabe que matar está mal y que está muy bien ayudar al que te necesita. Eso es muy simple. Mi infancia fue el hambre total, mi padre se fue antes que yo naciera, ya había seis hermanos. Caminamos durante nueve años hasta Usuahia. En el camino mis hermanos fueron muriendo de hambre y de frio, murieron cuatro en nueve años. Luego de conseguirle un trabajo a mi madre yo salí a vivir solo. Trabajaba como peón golondrina. Robé para beber, por eso fui a una cárcel de menores, lleno de bronca. Allí había un Jesuita enamorado de los libros. Apareció el Martín Fierro, apareció Balzac, apareció Dickens, los Cuentos de las mil y una noches. Entonces me dije: carajo, cuantas cosas hay en el mundo que yo ni las sospechaba. Apareció la poesía, Quevedo, Góngora, Lorca, Whitman. Esos libros me encendieron, me metieron en el arte con una calentura que aún me dura. Y después, gracias al arte caminé y caminé. El arte se metió en mi espíritu y el espíritu pasó delante del intelecto. Ahora el intelecto es un buen secretario del espíritu. Conocí así una fórmula para la felicidad: escuchar al corazón antes que intervenga la cabeza que siempre te mete en conflicto. Aprendí a armonizar diferencias. La cabeza siempre pregunta porque nunca aprende, el corazón sabe una sola cosa y la ejecuta, que es amar, por eso, -concluyó- estoy benditamente condenado a la felicidad".





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